Dentro de la programación 24-25 de LaJoven, esta producción de Paco Gámez, que nace de un minucioso trabajo de entrevistas e investigación, compite en los XXVIII Premios Max en la categoría ‘Mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar’

La mano derecha al pecho antes de disparar el brazo en diagonal hacia arriba, con la palma abajo, un gesto que ha dado mucho de que hablar estos meses. “Elon Musk haciendo el saludo romano”, escribió en las redes el conocido neonazi Alberto Pugilato, tras viralizarse esta salutación en el acto de investidura del presidente Donald Trump. No pasó desapercibido este ademán de falsas ínfulas grecorromanas, sino que provocó que una avalancha de usuarios se dieran de baja de X por esta falta de respeto. Wikipedia no se quedó tampoco atrás. Dio un apellido a esta ensalzada seña, que no gustó al mismísimo emperador de los tuits. ‘Saludo romano’ es la manera aseada que tiene la ultraderecha para referirse a este símbolo hitleriano, como cuando los foodies dicen AOVE en lugar de aceite, para dejar claro que son connaisseurs del fascismo. Seguro que este artículo no le va a hacer mucha gracia al magnate del Tesla, pero lo siento, las cosas hay que llamarlas por su nombre, así que espero que el algoritmo no se lo muestre. “Una persona que hace un saludo nazi es un nazi”, por mucho que sus defensores afirmen que “es algo involuntario por su condición de Asperger”, que “como va a ser eso, si estuvo el año pasado en Auschwitz” o su gusto por la Roma clásica, aunque la historiadora Mary Beard desmienta que tenga que ver con la capital italiana, es una afirmación que no le sobra ni un punto ni una coma. El nazismo, el franquismo o cualquier tipo de exaltación fascista campan a sus anchas en barrios, calles, ciudades, países ante nuestra mirada. Camuflados como partidos políticos, medios de comunicación, ultras del fútbol o empresas que te venden alarmas contra la ocupación de tu vivienda, el pasado contra el que lucharon y murieron nuestros familiares regresa dispuesto a devorar la democracia. Me genera miedo y más después de leer el titular: “Agreden al estudiante que denunció los cánticos franquistas en la excursión al Valle de los Caídos: “Rojo de mierda””. Y yo me pregunto, ¿qué saben los jóvenes sobre la Guerra Civil española? O es más, ¿y sus padres? A veces te dan ganas como el meme de Indiana Jones de golpearles con un libro de historia “no sesgada”, pero sería caer a su mismo nivel. Frente a la violencia, palabras. Frente a la mentira, hechos. Frente a la censura, cultura. Frente al odio, igualdad e inclusión. Frente a la represión, libertad y derechos. En definitiva, frente a los pronunciamientos de antaño, Memoria Democrática.
Muerto Franco, su presencia continúa presente. España está sembrada, 50 años después del final de la dictadura, de fosas comunes. Según las cifras oficiales del Ministerio de Justicia, se registran 2.567 nichos, 58.000 víctimas y más de 114.000 desaparecidos. Monumentos en honor al dictador, nombres de calles que evocan el golpe de Estado y placas que homenajean a los caídos del bando nacional, por poner algunas verbigracias, más de 5.596 vestigios del franquismo, a la vista de cualquiera, subsisten en ocasiones en este documento franquista, que son las ciudades. Miles de muertos no identificados, cuyas familias no pueden cerrar sus heridas al recordarles los lugares en los que viven las huellas del régimen. Se cometieron atrocidades en ambos lados, pero después de la Guerra Civil española, los vencedores, por mucha Seguridad Social y embalses mencionados, impusieron un periodo de terror, miedo, represión y oscuridad. Para unos, “pan y circo”. Para otros, “nanas de la cebolla” y lunas teñidas de sangre y lágrimas. “Tristes guerras, si no es amor la empresa, tristes, tristes. Tristes armas, si no son las palabras, tristes, tristes. Tristes hombres, si no mueren de amores, tristes, tristes”, con estos versos Miguel Hernández relataba la cruda realidad que hubo no solo en Orihuela sino también en Murcia, Madrid, Alicante, Barcelona o Granada. Persecuciones, encarcelamientos y fusilamientos era la tónica de cada día en nuestro país. Hechos que junto a poetas, pintores y personalidades represaliadas, los “ganadores” han intentado borrar, reescribir u ocultar en los libros de Historia. En julio de 2022, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de la Memoria Democrática, pese a las críticas, para la derecha, “un elemento de conflicto” y para la izquierda, “insuficiente para restaurar el dolor de aquellos familiares que no saben donde depositar las flores de sus seres queridos”, es en parte necesaria para que las futuras generaciones conozcan nuestro pasado sin mentiras ni ocultaciones. Siempre lo he dicho, la cultura es una herramienta que sirve para que los adolescentes puedan derribar muros y construir puentes sin olvidar de dónde venimos. La compañía LaJoven reestrenó este año ‘Lagunas y Niebla’, un claro ejemplo de ‘Memoria Democrática hecha teatro’. Dentro de su programación teatral 24-25, esta producción de Paco Gámez, que nace de un minucioso trabajo de entrevistas e investigación, se ha podido disfrutar en Coslada, San Lorenzo de el Escorial, San Sebastián de los Reyes, León y Palencia. Un relato reflexivo, crudo, realista, emotivo y sobre todo recomendable para que tanto adultos como pequeños aprendamos que para que haya futuro, no debemos cometer los mismos errores de antaño. Cien minutos de verdad y reflexión garantizadas, que te cambian la vida. Sin ninguna duda, ¡un espectáculo para avanzar en democracia!
“¿Qué estamos haciendo mal los padres, los profesores, los medios de comunicación, los políticos y las instituciones? ¿En qué nos estamos equivocando para que personas tan jóvenes piensen que ideas que solo trajeron muerte y destrucción al mundo son aceptables? No sé, pero me gustaría dar un consejo a los chavales: la combinación de mullet y bigote puede ser discutible, pero la que lleva flequillo, no hay peluquero que la arregle”, argumentaba el Gran Wyoming ante el auge de la extrema derecha en las encuestas de opinión. No solo en Alemania, Francia, Italia sino también en nuestro país aquellos partidos que abanderan la bandera rojigualda, pero la manchan de xenofobia, racismo, machismo y homofobia están creciendo en intención de voto entre los adolescentes. ¿A qué se debe este triunfo? A vagas promesas de “España es para los españoles” y a discursos cargados de odio, lanzados en las redes sociales o a través de cualquier canal, como “los jovenlandeses son violadores y criminales”, “los hombres van a la cárcel porque las mujeres primero calientan y luego denuncian falsamente” y “el Orgullo Gay es Sodoma y Gomorra y perturba la moral de los menores”. Y os pregunto, ¿no os suena todo esto a lo que se vivió en la Guerra Civil y posterior dictadura franquista? Cada uno tiene derecho de elegir la papeleta que va echar en la urna y no voy a lanzar ninguna proclama para cambiarlo, pero en las próximas elecciones no se trata de votar “Libertad o Comunismo” sino de un futuro en democracia o un pasado en blanco y negro. Sumar o dividir, el cine, la televisión, la literatura y el arte en general nos dan contexto y nos hacen que echemos la vista atrás a la hora de escoger la siguiente dirección. El teatro también es esa brújula de la que hablamos. Siempre lo he dicho la compañía LaJoven es la Barraca lorquiana de nuestro tiempo. Recorriendo todos los escenarios con sus proyectos, difunde valores necesarios, que nos ayudan a reflexionar tanto a grandes como a pequeños. ‘Lagunas y Niebla’ no iba a ser un caso distinto. Hay un antes y un después de ver esta producción. De esas funciones, que no sabes el porqué, pero que te cambian la vida desde que se abre el telón. Es un show que deja poso a los espectadores por los temas que aborda como el respeto, la tolerancia, la igualdad, la unidad, la defensa y la lucha por los derechos, pero sobre todo por la paz. La obra de Paco Gámez, bien ejecutada y desde todos los puntos de vista, ya que es difícil de acercar por la temática que trata, en sí peliaguda, es, como cantaría Serrat, “un canto para la libertad”. En efecto, por muchas controversias en torno a este período histórico que existan, se puede destacar una importante lección gracias a este espectáculo: para que haya un nuevo amanecer (democracia), no debemos olvidar los atardeceres pasados sino aprender de ellos.
“Íntima, dura, realista, emotiva, reflexiva”, así se autodefine ‘Lagunas y Niebla’. Un espectáculo que me ha enojado y fascinado a la vez por la cruda realidad que se muestra en el escenario. Sin necesidad de mucha escenografía, esta producción no necesita grandes cambios de escenas para que el espectador viaje a la Guerra Civil española en una máquina del tiempo singular como fue el Círculo de Bellas Artes. Es un claro ejemplo de ‘metateatro’, ya que desde el principio, se rompe con la cuarta pared. Todo esto gracias en parte a su banda sonora original, compuesta por Alberto Granados Reguilón y a canciones de nuestro panorama musical como ‘Están cayendo bombas en Madrid’ de Albert Pla y ‘Anda jaleo’ de Federico García Lorca, cantadas y tocadas en directo, pero también a la interpretación del elenco. La emoción de Elisa Hipólito, la inclusión de María Ramos, la unidad de Paula Feror, la lucha de Raúl Martín y el equilibrio de Fernando Sainz de la Maza me han sorprendido gratamente. En efecto, los intérpretes ponen sobre las tablas, tal y como señalaba su escenógrafa Silvia de Marta, “los recuerdos y las huellas de los que estuvieron”. En definitiva, una obra de teatro que os dejará con la boca abierta y en la que el público reconstruirá nuestra historia, mientras aprende que para que la contienda no se repita, no debemos cometer los mismos errores de nuestros antepasados. Sin retroceso pero con pasos firmes a la XXVIII edición de los Premios Max en Pamplona. Está nominada en la categoría a ‘Mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar’.
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