El remake en acción real de Lilo & Stitch, dirigido por Dean Fleischer Camp, es uno de los proyectos más esperados de Disney en su ola de adaptaciones live-action. La buena noticia es que la película respeta gran parte de la esencia que convirtió al clásico de 2002 en un fenómeno, ofreciendo humor, ternura y un buen uso del CGI para dar vida a Stitch. La mala, que en su intento de complacer a todo el mundo, lima demasiadas aristas y pierde algo de la rareza que hacía tan especial a la original.
La historia sigue siendo la misma: Lilo, una niña hawaiana solitaria, adopta a lo que cree que es un perro, pero que en realidad es un experimento alienígena fugitivo llamado Stitch. A través de su relación, ambos aprenden sobre familia, pertenencia y amor incondicional. El mayor acierto del film es que mantiene intacto este núcleo emocional. Las escenas entre Lilo y Nani siguen teniendo peso dramático, y la presencia de Stitch logra equilibrar caos y ternura, aportando momentos de slapstick que funcionan sorprendentemente bien en acción real.
El trabajo visual merece mención especial: Stitch en CGI es expresivo, juguetón y creíble, sin caer en lo excesivamente “cute” o plastificado. Los paisajes hawaianos lucen espectaculares y aportan una calidez natural que hace que la historia respire. También se agradece que se incorporen algunos toques de actualidad —como una representación cultural algo más cuidada y subtramas que enriquecen el trasfondo de Nani— que modernizan el relato sin traicionar su espíritu.
Sin embargo, el remake sufre de los mismos problemas que otras adaptaciones recientes de Disney: es demasiado seguro. La película suaviza parte del caos y el tono excéntrico del original, entregando un producto pulido, pero menos arriesgado. Algunas secuencias icónicas se sienten aceleradas, otras directamente eliminadas, y la comedia pierde parte de su energía al intentar contentar tanto a niños como a adultos nostálgicos.
El resultado final es una película que funciona, emociona y entretiene, pero que difícilmente superará al recuerdo de la animada. Los fans más puristas pueden encontrar que se ha perdido algo de la chispa irreverente que hizo que Lilo & Stitch fuera diferente a otras películas de Disney en su momento. No obstante, como producto familiar y como celebración de la idea de “ohana”, la cinta cumple con creces.
En definitiva, Lilo & Stitch (2025) es un remake sólido, técnicamente impecable y emocionalmente efectivo, aunque algo más domesticado que su predecesor. Es difícil no sonreír en los momentos clave, pero también es difícil dejar de pensar que Disney podría haberse atrevido un poco más.