Wednesday Temporada 2: más oscura, más grande… ¿y mejor?

Wednesday Temporada 2: más oscura, más grande… ¿y mejor?

Tres años después de su debut, Wednesday regresa a Netflix con su esperada segunda temporada. La serie que convirtió a Jenna Ortega en un icono gótico adolescente llega más ambiciosa, más oscura y con una narrativa que pretende abarcarlo todo: familia, misterio, terror y romance. El resultado es una temporada tan disfrutable como irregular, que consolida a la serie como fenómeno pero que también muestra los riesgos de crecer demasiado rápido.

La gran virtud de esta segunda entrega es su expansión del universo. Morticia, Gómez y Pugsley dejan de ser simples cameos y se integran en la trama de forma orgánica, aportando dinamismo y peso emocional. La serie explora la tensión entre la individualidad feroz de Miércoles y la lealtad hacia su excéntrica familia, añadiendo capas a un personaje que ya era rico en matices. Jenna Ortega sigue brillando: su interpretación mantiene intacta la mordacidad y el estoicismo de Miércoles, pero ahora permite asomarnos a grietas de vulnerabilidad que la vuelven más compleja.

En el terreno visual, Wednesday eleva su apuesta. La estética gótica es más detallada, el tono se vuelve más sombrío y el componente de terror se intensifica, tal como había prometido Ortega antes del estreno. El resultado es una atmósfera que equilibra lo juvenil con lo inquietante, ofreciendo momentos de auténtica tensión sin traicionar el humor negro que define a la serie.

Sin embargo, esta ambición tiene un precio. La temporada introduce una avalancha de tramas secundarias y personajes nuevos que no siempre encuentran el espacio necesario para desarrollarse. El misterio central se diluye en subtramas románticas, rivalidades y nuevos enigmas, lo que ralentiza el ritmo y resta impacto a los episodios más cruciales. La decisión de Netflix de dividir la temporada en dos partes tampoco ayuda: la narrativa se siente fragmentada y la tensión, en lugar de explotar, queda suspendida hasta el próximo bloque de capítulos.

El tono también oscila con irregularidad. Hay momentos en que la serie logra un balance exquisito entre comedia, horror y drama, pero otros en que las bromas resultan forzadas o demasiado caricaturescas, rompiendo la inmersión justo cuando la historia quiere volverse más perturbadora. Pese a estos tropiezos, Wednesday temporada 2 es un regreso sólido. Conserva lo que hizo especial a la primera entrega —su protagonista carismática, su humor negro, su estética inconfundible— y se atreve a crecer en escala y ambición. Quizá su problema no sea el exceso en sí mismo, sino no decidir qué elementos priorizar.

En definitiva, esta segunda temporada confirma que Wednesday no es una moda pasajera, sino una serie con potencial de largo recorrido. Sus desajustes narrativos no impiden que siga siendo entretenida, ingeniosa y visualmente fascinante. Solo cabe esperar que en el futuro encuentre un mejor equilibrio entre lo que quiere contar y el espacio que necesita para hacerlo.

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