Monster on a plane: desmadre de altos vuelos

Monster on a plane: desmadre de altos vuelos

Monster on a Plane: desmadre de altos vuelos

 

Dirigida por Ezra Tsegaye y protagonizada por Eva Habermman, que interpretó a Zev Bellringer en la recordada serie de ciencia ficción Lexx, Monster on a Plane es un ejemplo brillante de cómo se puede combinar humor y terror a partes iguales. La premisa de la cinta es tan sencilla como efectiva: un monstruo de lo más peculiar despierta a bordo de un vuelo internacional, convirtiéndose en una amenaza para los pasajeros. Pero entre ellos, además, se esconde un asesino generando una tensión constante que mantiene al espectador pegado a la pantalla.

Desde el primer minuto, la película establece un tono juguetón y desquiciado que invita a disfrutar de la locura sin cuestionarla demasiado.

Lo que más sorprende es el pulso del director, convirtiendo el interior del avión en un escenario surrealista. Y un campo de batalla frenético dado el caos que generan  los enfrentamientos entre los pasajeros y la criatura en cuestión.

Tsegaye logra que la sensación de claustrofobia funcione a favor de la historia: cada salto, cada grito y cada reacción tiene peso porque el espectador siente que no hay escape. La tensión está bien medida y, aunque la película juega con lo absurdo, nunca pierde coherencia dentro de su propio universo.

Los personajes son otro punto fuerte. Cada pasajero tiene una personalidad distintiva que sirve para generar situaciones cómicas y momentos de auténtico suspenso. Desde el profesor encargado de la criatura hasta el grupo de pasajeros más excéntricos, todos contribuyen a la sensación de imprevisibilidad. Nadie está completamente a salvo, y eso añade un nivel de emoción que hace que incluso los momentos más absurdos se sientan importantes. Además, la interacción entre personajes permite que la película explore la cooperación, el miedo y la improvisación, mostrando cómo personas normales reaccionan ante situaciones completamente fuera de control.

Visualmente, Monster on a Plane es un deleite para los amantes del género. La criatura está diseñada con un estilo que mezcla lo grotesco con lo entrañable, haciendo que el público se preocupe por su destino al mismo tiempo que se divierte con sus travesuras. Los efectos prácticos y animatrónicos se usan con inteligencia, evitando la saturación de CGI y manteniendo esa estética de “monstruo tangible” que hace que cada enfrentamiento sea más emocionante. Los movimientos del monstruo, sus interacciones con los pasajeros y la manera en que invade el espacio del avión están coreografiados con un sentido del timing perfecto, lo que genera tanto tensión como risas inesperadas.

El ritmo de la película es otro acierto: no da tiempo a que el espectador se aburra ni a que el caos se vuelva repetitivo. Cada escena está diseñada para sorprender, ya sea con un susto, un gag visual o un giro inesperado. La película entiende que su fuerza está en la combinación de tensión y humor, y lo ejecuta de manera impecable.

En conclusión, Monster on a Plane es un triunfo de creatividad y entretenimiento. No busca ser profunda ni filosófica, sino que abraza su locura con confianza, ofreciendo un viaje lleno de adrenalina, risas y criaturas memorables. La cinta sin duda satisfará a quienes, como yo, gocen de un festival de autentica locura, caos desenfrenado y diversión.

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