BLONDE | Ana de Armas brilla en un biopic lleno de controversia

BLONDE | Ana de Armas brilla en un biopic lleno de controversia

Siempre insisto en la importancia de ver ciertas películas en pantalla grande. Antes que en la televisión, el portátil o (¡por dios, no lo hagas!) en el móvil. Creo que es una forma de poner toda nuestra atención en historias que lo merecen. Nada de pausas. Nada de notificaciones.

Las luces apagadas, el sonido bien alto y la cabeza en una sola cosa. Blonde es una de esas películas.

Este miércoles 28 de septiembre se estrena en Netflix el esperado biopic de la vida de Marilyn Monroe, una de las figuras más icónicas de la cultura pop. La película está dirigida por Andrew Dominik y protagonizada por Ana de Armas — los dos pilares de esta producción por cómo han abordado la recreación de la actriz en cada uno de sus departamentos.

Blonde recoge la vida de Marilyn Monroe desde su infancia, sus inicios en el cine, su camino en Hollywood, el ascenso a la fama y su inestable rueda de relaciones. Todo ello se cuenta principalmente desde su aspecto más privado, con escenas más puntuales de su vida pública, mostrando cómo ambas dimensiones se van separando cada vez más. La película se basa en el libro de Joyce Carol Oates para dar forma al guion. Un guion que muestra la parte más cruel de la vida de Marilyn.

Verdades que no pueden esconderse

No todos los que entren van a quedarse a ver Blonde. La película insiste en explotar las escenas más incómodas y duras de ver, con detalles que se camuflan, pero no dejan nada a la imaginación. No solo me refiero al apartado sexual. Todo, desde los maltratos hasta el proceso de un aborto, se representa con una cercanía cada vez más cruda. A veces acompañados por la estridente banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, a veces solo por el sonido desnudo de la propia escena.

Habrá quienes consideren innecesaria esta presentación explícita de los abusos que sufrió Marilyn Monroe. Hay puntos que obligan a apartar la mirada. Sin embargo, Blonde aspira a ser una historia que busca la verdad, por muy dura o complicada que pueda ser.

Esa barrera entre mostrar la belleza de la época dorada de Hollywood y criticar su abusiva realidad detrás de las cámaras es lo que entra en conflicto durante toda la película.El objetivo no es idealizar la época — algo que Blonde consigue afrontar con valentía. Con cada nuevo cambio en la vida de Monroe, su estado emocional va empeorando, hasta ser consumida por el personaje que debe cargar hasta el final: Marilyn Monroe, que termina devorando por completo a Norma Jean.

El punto de vista importa

Blonde dura tres horas. ¿Excesivamente larga? Un poco. ¿Entretenida? Se podría decir que sí. Lo que supone un reto más grande es seguir el ritmo. El guion opta por ser una constante elipsis, saltando descaradamente en el tiempo y sin llegar a sentar base sobre si quiere contar la vida de Norma Jean o solo elegir los momentos más oportunos para llamar la atención. Pese a todo, Blonde consigue contar lo que quiere, mostrar lo que quiere y probar lo que quiere.

Para los que conocen mejor la historia de Norma Jean, Blonde es un viaje audiovisual poderoso que enmarca los momentos más llamativos y necesarios de la actriz. Para los más inexpertos, puede parecer una página de Wikipedia incompleta o desordenada. No elimina el interés, pero exige un esfuerzo constante por entender en qué punto se encuentra la película.

La controversia del guion se encuentra en la mezcla de hechos y ficción. Blonde supone y adapta. Más allá de victimizar a Monroe, lo que busca es mostrar su lucha por encontrar la felicidad en un mundo donde parece imposible hacerlo. Si entendemos “victimizar” como reflejar los constantes abusos a una mujer oprimida, hipersexualizada y carente de amor propio, entonces es difícil no reconocer lo que Blonde sí consigue transmitir con gran éxito: una mirada que no pide empatía, sino comprensión.

Los pilares de Blonde

Ana de Armas se hace con Marilyn Monroe y Norma Jean. Ese juego de personajes es lo que da fuerza a una historia que no puede contarse solo con un guion. Necesita la carga emocional que solo Ana de Armas puede ofrecer. A lo largo del film, la actriz compensa la dulzura y la inocencia con bajones emocionales cada vez más intensos — y algunos realmente dolorosos de ver.
Brilla en una narrativa compleja y solidifica al personaje en cada escena, siendo el punto de excelencia que sostiene la película hasta el final.

La nominación al Oscar vale, pero Ana de Armas merece más que solo una nominación. Andrew Dominik convierte Blonde en una obra preciosa o atroz — aún no lo tengo claro. Preciosa por cómo pinta los colores de la época y alterna entre blanco y negro para definir los cambios en el tiempo.

Atroz por los detallismos exigentes en escenas que ya de por sí representan momentos desagradables. Dominik usa planos arriesgados, lentes distorsionadas y efectos visuales que retuercen la experiencia hasta aterrorizar al espectador.

Blonde no es una película fácil de ver. No es una película que todos vayan a entender, ni todos llegarán al final. Desde su estreno en Venecia, ha dividido a la crítica y ahora también al público. Pero Blonde es una película que merece la pena ver — no para disfrutar, sino para reflexionar. Y si tenéis la oportunidad de hacerlo en pantalla grande, merece aún más la pena.

Anabel Estrella

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