Animación no quiere decir (solo)
dibujos para niños. Es un arte que engloba todo el proceso creativo de diseño
personajes, objetos o elementos en movimientos. Pero el que da la vida es la
representación visual de una fantasía que se hace realidad y esto,
sentimentalmente, llega tanto a niños como adultos según qué sea el contenido
de estos mensajes.

La incursión de la animación oriental
(más conocida como anime) cruzó los océanos para llegar al resto de
continentes, pero chocó con la generación de espectadores norteamericanos que
ya disfrutaban de sus propias creaciones, los cartoons y cómics. La
controversia ha sido servida desde hace muchos años. ¿Qué tipo de animación
es «mejor»?
 Para responder esta pregunta primero se tienen
que ver las diferencias que existen entre los dos en cuanto al estilo y la
temática.

Temática
animada

Cada «bando» ha tenido unas
influencias claras debido al efecto cultural que ha vivido el país de
procedencia. Se podría considerar que la animación oriental tiene un abanico
más amplio de temáticas y un enfoque más adulto. Hay series que se crean para
niños y los distrae, pero el trasfondo está claramente enfocado a los más
grandes de la casa. Son, quizás detalles que un niño no percibe. Japón ha sido
una patria que ha defendido unos valores tradicionales y su animación así lo
manifiesta con argumentos que reflexionan sobre el respeto, la valentía, el
aprecio por el entorno (animales, familia, natura o posesiones), y la
aceptación de las diferencias… Sus series o películas suelen estar centradas
en alguna de estas situaciones, con un esquema muy simple que van desarrollando
y es aquí donde hay un giro importante de los acontecimientos a menudo mezclado
con dosis de fantasía, ciencia ficción, terror, pero también una gran parte se
centran en los valores de la vida.

Contienen escenas con personajes
bastante estáticos que tienen unos largos diálogos, aportan mucha información y
crean un conflicto filosófico con ellos mismos donde se plantean su vida en
innumerables ocasiones. Siempre hay excepciones, pero el gran grosor parte de
esta base. También es común encontrar un niño pequeño o adolescente como
protagonista. A lo largo de la historia tiene que crecer como adulto y persona,
pero no tendrá las cosas fáciles puesto que suele ser el escogido para
desarrollar una ardua tarea y tendrá que entrar en acción quiera o no: Shinji
Ikari en Evangelion (ciencia y tecnología), Edward Elric en Fullmetal
Alchemist
(alquimia y fantasía) o Naruto Uzumaki en Naruto (artes
marciales).


Al otro lado del “ring” se encuentra
un peso pesado de la industria, la animación norteamericana. Juega en un
terreno más consolidado, quizás porque los contenidos son más próximos y
homogéneos en todos los países occidentales. Se aleja de las situaciones
cotidianas a casa, busca más el género cómico (a pesar de que el oriental tiene
piezas de humor extremadamente originales, quizás por el toque ridículo y
absurdo que incorporan) y van por trabajo sin hurgar nuestro interior ni
explotar nuestros sentimientos más ocultos. Por lo tanto, tienen unos
argumentos más sencillos y van más directo a la acción. Son obras entretenidas
y divertidas, pero muy pasadas por filtros debido a las grandes empresas que
tienen detrás. Procuran no lucir tabúes ni problemas internos solo para quedar
bien ante la sociedad, cosa que refleja claramente la población que habita sus
naciones. Así pues, se observa que ambos estilos tienen un fuerte reflejo de la
sociedad de cada continente.

 

Estilo
animado

La influencia también viene denotada
por los movimientos políticos y conflictos. Hechos muchos duros y crudos han
salpicado todo el mundo y muchas de las grandes empresas creadoras de dibujos
surgieron meramente como fuente de entretenimiento. Este es el caso de Warner
Bros, Walt Disney o Hannah Barbera, por ejemplo. En los Estados Unidos la
industria animada trataba temas apolíticos, incluso en la Primera Guerra
Mundial algunos dibujos hacían una propaganda negativa política.

El anime surgió más tarde, existía,
pero se popularizó alrededor de la 2ª década del siglo XX y se fijó en el
contenido occidental de la época como inspiración. Debido a la crisis económica
y el poco presupuesto que se destinaba en cine en el país, empezaron a crear
películas animadas para representar la ficción y reproducir escenas de acción
con el mínimo coste. Es evidente, que es más económico tener un equipo de
dibujantes que no contratar un puñado de actores con todos los gastos que
esto genera.

Aun así, los occidentales tienen un
trazo estético más cumplido, dan a las escenas unos gestos y movimientos más
complicados, con más líneas de expresión. Mientras que el oriental se
recrea en largas escenas donde los personajes solo mueven los labios y
ojos mientras dialogan. Podemos comprobarlo a una buena pandilla de films de Studio
Ghibli (TotoroWhen Marnie Was There o
Spirited Away) o las dirigidas de Mamoru Hosoda (Wolf Children, Summer
Wars
o Belle). Esto no es nada negativo puesto que el resultado son
escenas preciosas en un plan fijo. A pesar de que no se cumple al 100%, es
evidente que muchos animes tienen escenas de acción impresionados y
cómicos con pocos detalles, pero es el que se observa analizando la
mayoría. La limitación de recursos deja clara esta influencia y determina hacia
dónde evolucionan en cada caso. Resumiendo: los norteamericanos imploran la
estética e impresionar gráficamente, mientras que los nipones buscan impactar
con su mensaje, utilizando unas líneas más finas y mínimas.

Se podría decir que los cartoons
otorgan un realismo a sus obras y tienen una fijación por la estética de los
personajes que diseñan. Pixar es una de las empresas que más cuida y expresa el
realismo y paralelismo con la vida real, evolucionando cada vez más hacia un
público maduro y uno entreteniendo, sin más dilación, a los pequeños. La
tendencia al anime es hacia un personaje ficticio donde sus alter ego se acerca
a la realidad. También los desarrollan con un rostro donde sus facciones son
exageradas, con unos ojos muy grande y expresivos, nariz pequeña, un generoso abanico
de colores, haciendo una petición al deseo de parecerse a sus vecinos del otro
lado del océano.

La animación parece cosa para niños,
pero detrás hay mucha inversión. Muchas historias que nos transportan a otros
mundos, que nos explican hechos históricos, hechos reales y monótonos, escenas
de acción vertiginosa… Sea cual sea, venga del país que venga, son dos
estilos totalmente compatibles con diferentes aportaciones (todas ellas válidas
e interesantes). Con el paso de los años ambos han ido evolucionando y, por
suerte, han ido sobreviviendo a los problemas que han sufrido, y cada vez más
se van nutriendo el uno del otro y complementandose. El problema sería que se
llegara a un punto en que perdieran su esencia y acabarán siendo demasiado
similares.



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