La Atomic Pixel Party vuelve a Málaga con una edición terrorífica

La Atomic Pixel Party ha comenzado hace una hora. Lucas y Pilar han quedado a la una de la mañana para ir. Dicen que a partir de esa hora es cuando comienza lo mejor: los openings. Llegan a la calle de la Sala Marte de Málaga. Hay una enorme cola que avanza lento. Al rato, entran al local. Lo primero que hacen es pedir una bebida. Con la entrada, tienen una consumición.
Hay pantallas conectadas a consolas donde grupos de colegas se enfrentan en partidas llenas de risas y diversión. El ambiente es cercano y agradable. Ahora sí hay más personas y cada vez más. Lucas no quiere jugar. Deciden acercarse lo máximo posible al escenario.
Huele a energía desbordante. Dos DJs fusionan música electrónica con sonidos y efectos de videojuegos. La gente se entrega por completo. En una enorme pantalla se muestra visuales, fragmentos de vídeos modificados y openings icónicos de animes.

Pilar se queda pendiente de la pantalla de los visuales mientras que Lucas espera con ansias los openings. Casi a las dos comienzan a sonar. Mezclados con canciones de The Weeknd e Imagine Dragons entre otras. También ponen memes típicos y que todo el mundo conoce, como algunos de la pandemia.
Más tarde, la Atomic Pixel Party abre paso los openings originales de animes conocidos. Los primeros que aparecen son Jujutsu Kaisen, Naruto, Jojo’s y Spy x Family. Como en cada Atomic, uno de los organizadores pone una hoja de papel junto al escenario. El público apunta con un boli los títulos que quieren escuchar.
De vez en cuando se reparten gominolas gratis. Hay quienes casi se pelean por ellas. Mientras tanto, el ambiente está agradable. Solo que la mayoría de personas están muy cerrados en sus grupos y apenas socializan con el resto. Otra gente, como Lucas, aprovecha para conocer gente. Se fija en quien se sabe algunos openings y se lo goza.
La Atomic Pixel Party se trata de un evento de y para quienes aman el anime, los videojuegos y la cultura japonesa. Una celebración donde lo freak se convierte en arte y donde cada luz, cada mezcla y cada cosplay cuentan una historia. Al final de la noche, queda la sensación de haber vivido algo único. Algo tan intenso que permanece encendido, como un neón que se niega a apagarse.

