No me toques el cuento: Más que una obra, una labor social

No me toques el cuento: Más que una obra, una labor social

El Gran Teatro Pavón acoge ya la 7ª temporada de No me toques el cuento, y puedo decir sin dudar que es una de las experiencias teatrales más divertidas y necesarias de la cartelera actual.

Yo llegué a esta obra casi por casualidad: en la presentación de la programación del Pavón tuve la suerte de coincidir con Olivia Lara (autora, directora y la mismísima Bella en escena) y con Carmen Calle (Blancanieves). Ellas me hablaron con tanta pasión del proyecto que no pude decir otra cosa que “sí” cuando me ofrecieron ir a verla. Y qué acierto.

Humor, música y un mensaje potente

Lo primero que hay que decir es que la obra es una comedia musical irreverente. Blancanieves, Cenicienta, Bella y Aurora se reúnen en una sesión de terapia grupal para contarse la verdad sobre sus vidas después del “y vivieron felices para siempre”.

Lo que comienza como una reunión llena de cotilleos, despecho y peleas sin sentido (que te hacen reír a carcajadas) acaba en un verdadero grito de libertad.

Cada gag, cada insulto y cada número musical está cargado de doble sentido y de crítica social. La música original (compuesta por Shadday López, Olivia Lara e Isabel Morán) es fresca, divertida y muy bien interpretada, dándole un ritmo constante que mantiene al público atento y entregado.

Un elenco que brilla

El reparto es otro de los puntos fuertes: Isabel Morán, Carmen Calle, Masi Rodríguez y Olivia Lara logran que cada princesa tenga personalidad propia. Sus actuaciones son enérgicas, cercanas y muy cómplices con el público. Además, el vestuario mezcla el glamour clásico de los cuentos con toques modernos que generan un contraste visual genial.

 

Más que parodia: una sacudida de conciencia

Lo que más me sorprendió es que, más allá de la risa, la obra rompe los esquemas de toda una generación que creció con el cliché de la princesa perfecta y el “fueron felices para siempre”. Aquí esas princesas no están conformes con su destino: tienen dudas, frustraciones y ganas de cambiar sus vidas. Es teatro que habla entre líneas y también de frente, que cuestiona los modelos de amor romántico y nos invita a escribir nuestros propios finales felices.

No te dejará indiferente

Algunos críticos dicen que podría profundizar más en algunos temas o que a veces se nota que está construida por escenas independientes. Y es cierto que hay momentos en que el humor es descarado e incluso un poco gamberro. Pero eso es parte de su encanto: es una obra que no pretende ser solemne, sino directa y cercana, que mezcla risa y reflexión a partes iguales.

En definitiva, No me toques el cuento ha sido la hora y media mejor aprovechada de mi vida. Es imposible no reírse, imposible no emocionarse al final, imposible no recomendarla. Si buscas un plan para desconectar, pasarlo bien y de paso cuestionar los clichés de siempre, corre a por las entradas antes de que se agoten.

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