‘Tierra de leche y miel’, el documental que aborda el tema de las migraciones humanas y el carácter cíclico de sus motivaciones y que, de manera intimista, no busca tanto dar respuestas como propiciar la reflexión a través de las sensaciones, se estrena en cines el 8 de diciembre.
‘Tierra de leche y miel’ es un documental que está cosechando un amplio reconocimiento. El último de ellos se ha sabido hace pocos días, con el anuncio de su preselección para el Premio Feroz Arrebato de No Ficción. Además del Premio a mejor documental en la 65º SEMINCI, el recorrido de ‘Tierra de leche y miel’ incluye algunos de los festivales más importantes del panorama nacional e internacional (FICX. Festival Internacional de Cine de Gijón; Thessaloniki Documentary Festival (Grecia); Play-Doc (Galicia) o Atlàntida Mallorca Film Fest, entre otros).
Un documental en el que el cómo importa tanto como el resultado final
‘Tierra de leche y miel’ es la historia de tres amigos que se juntan en 2016 en un viaje que les llevará a la creación de este documental de manera coral. Son Héctor Domínguez-Viguera (Ourense, 1984), Carlos Mora Fuentes (Santander, 1979), y Gonzalo Recio (Toledo, 1985) quienes, con ayuda de su productor Andrés Díaz, creador de Zerkalo Films (Madrid), logran armar este proyecto audiovisual.
La premisa era abordar el tema de los desplazamientos humanos causados por conflictos bélicos a lo largo de la Historia desde una perspectiva más cercana y reflexiva que la que muestran los medios de comunicación.
Tras un largo proceso de deconstrucciones y reconstrucciones, el documental llegó a su esencia del más puro ensayo cinematográfico, focalizado en unos personajes y problemáticas muy concretas, buscando la empatía con un punto de vista observacional y mostrando la cotidianeidad de su día a día, que al relacionarse con las de otros lugares y situaciones invitan al debate activo y lo extrapolan hacia las reflexiones más globales que proponer al espectador.
Sinopsis
En Sarajevo, Mirsada y su hija Vanesa sobreviven, después de 25 años, en el centro colectivo de Hrasnica, esperando una solución habitacional definitiva que nunca llega. En Georgia, Bela, a sus 78 años, lucha cada día por recuperar los cuerpos de los desaparecidos en las guerras de Abjasia. A su vez, cientos de desplazados provocados por el conflicto comienzan a adquirir en Tbilisi las prometidas viviendas gubernamentales. Sin embargo, a Dani, Gio y Vika, de 11 años, les cuesta asumir que tendrán que separarse y abandonar el barrio en el que han crecido. Y, en Grecia, Alia y Hussein, que huyeron de la guerra en Siria, esperan con anhelo la reunificación familiar y el reencuentro con su hija Zozan desde Polykastro, un limbo del que no es sencillo salir.
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