“Las mejores familias” (2020) mezcla comedia y drama de una forma eficaz y orgánica llevándonos al seno de un conflicto familiar, quizás algo forzado en algunos momentos, que nos recuerda a situaciones propias sin alejarse de la sátira.
La película de Javier Fuentes-León narra la historia de Alicia y Carmen, dos ricas amigas de la infancia que viven en una acomodada zona residencial de Lima. Cuando la llegada de uno de sus hijos, junto a su novia española, fuerza una reunión de las dos familias, la mecha de un conflicto mucho mayor, de esos que puede poner su mundo patas arriba, se prende.
La propuesta parte de un punto de vista algo sesgado, queriendo poner en evidencia desde el principio a la clase alta peruana, incidiendo en sus fallos y secretos debajo de la alfombra, como casi queriendo conseguir que algunos personajes te caigan mal desde el principio, favoreciendo la balanza a los empleados de servicio de ambas casas, casi en papeles iniciales de víctimas. Esta opinión da un giro cuando nos zambullimos en la cotidianidad de la reunión de ambas familias, donde podemos ver que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos.
Con esto quiero decir que, y a pesar de un inicio que eche a muchos para atrás, estamos ante una propuesta muy interesante, no debemos olvidar que fue la candidata de Perú para los premios Goya.
La puesta en escena es uno de los grandes aciertos de la película. La disposición teatral, con una superposición de interesantísimos diálogos que nos dejan ricos matices de cada personaje, pocos espacios pero mucha enjundia, como lo que ocurriría en cualquier casa. Todo esto acompañado de un estilo visual colorido y cuidado a partes iguales.
Esta mezcla de muchos ingredientes en un recipiente pequeño solo puede dar como resultado un plato con muchísimo sabor, en el cual nadie brilla mas que nadie pero todos se acompañan a la perfección.
La comedia esta guiada por un ritmo tenso pero armonioso, como nos indica la más que acertada música que está tras el telón toda la obra. En esta sátira los clichés, prejuicios, etiquetas y secretos familiares se pegan unos contra otros para crear ese conflicto que parece que va a acabar con esas dos familias, aunque luego sea un conflicto externo el que hace entrar al caos y la destrucción entre esas cuatro paredes.
Además, al final, y como en toda buena familia, reina la calma. Todo es un gran chiste en el que nos estamos riendo de nosotros mismos.
En definitiva, “Las mejores familias” es un fiel reflejo de la lucha social, los conflictos familiares y la burbuja en la que muchas familias adineradas creen vivir hasta que algo la hace explotar.
Lo cómico de la película reside en eso, no se cuenta nada extraordinario, ni tampoco se busca hacerlo. Es suficiente ponernos contra un espejo en una reunión familiar para reírnos de todos nuestros problemas y ver como, a pesar de lo que ocurra, la vida sigue y todo seguirá igual en el salón del hogar.
Sin ninguna duda un visionado más que recomendado.
Sergio Morata.
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