De la mano de Paul King, director de las películas de Paddington, llega Wonka. Protagonizada por Timothée Chalameten una historia de colores, sabores y mucha música, la película se convierte en la opción más ideal para ver estas navidades. ¿Qué mejor que acompañar esta época del año con un feel good movie? Otro que no hayamos visto ya tantas veces que nos agote pensarlo.
Wonka nos lleva atrás en el tiempo para contarnos los inicio del maestro chocolatero Willy Wonka; un joven lleno de ideas y sueños para crear el mejor chocolate del mundo.
Un musical de colores y sueños
Apartándose del clásico Gene Wilder y el insuperable Depp, Wonka encuentra su propia esencia en un mundo completamente nuevo que apuesta por buscar su propia voz. Esto empieza con la música — vibrante y cautivadora y de lo más sorprendente de la película — y sigue con el envolvente aparatado visual. Una deslumbrante paleta de colores para reflejar la magia, la fantasía y el mundo de los sueños.
Si bien Wonka mantiene una atmósfera blanca y risueña, como ocurre en todas las historias de Roald Dahl, siempre debe haber hueco para el apartado de la decepción y la oscuridad. En Wonka se hace en momentos muy puntuales y siempre cuidando ese ambiente de ensueño, siendo más un ápice de cambio en los personajes o un momento que prepara para una fuerte dosis de aventura.
El Wonka de Timothée Chalamet
Brillante, impecable y cautivador. Chalamet nos llena de magia en todo momento, creando un Wonka más carismático que misterioso, más tierno que escéptico y sobre todo más conectado a su parte más emotiva. Esta vez con una adaptación diferente a lo ya visto en las anteriores historias contadas en la gran pantalla.
El actor es de lo más disfrutable de la película. Tanto en solitario como acompañado por un cast repleto de grandes nombres como Olivia Colman, Hugh Grant, Rowan Atkinson y Keegan-Michael Key. Héroe o villano, cada uno de ellos crea un divertida experiencia alrededor del personaje de Willy Wonka.
Dentro de los detalles a destacar de esta película, como el diseño de vestuario, el uso del color y la creación de escenarios mágicos, hay uno en particular que recibe más espacio: los diferentes tipos de chocolates de Wonka y sus mágicas consecuencias. Algo que funciona realmente bien y que añade un punto extra muy llamativo a la película.
Wonka se convierte en la película ideal para estas navidades. Llena de música, color, magia y momentos memorables para disfrutar con toda la familia. Aunque le sobren unos minutos de cara al final, echemos de menos la presencia como Oompa-Loompa de Hugh Grant y su poco tiempo en pantalla, se puede decir que Wonka es una tierna historia de presentación del eterno personaje de Roald Dahl y perfecta para una tarde de nieve (aunque en Madrid esto se ponga en duda) y chocolate.
Anabel Estrella
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