Dentro de la programación 24-25 de LaJoven, este musical hackeado de Marta Aran, basado en el clásico ‘Rebelión en la granja’, de George Orwell, podrá verse hasta el martes 19 de noviembre, en el Teatro Fígaro de Madrid. El próximo año hará gira por España
Lo que está pasando en Valencia es una utopía y una distopía en sí. Utopía, “el pueblo salva al pueblo”. Distopía, “de esta saldremos mejores”. Muestras de gran solidaridad se suceden día tras día desde que la DANA anegó la vida de centenares de valencianos “sin previo aviso”. Embarrados hasta las cejas, escobas de aquí para allá limpian las calles de Paiporta, Utiel, Chiva o Catarroja. Pero, ¿y Letur? Nadie se acuerda solo Rozalén y es muy triste porque también es zona cero de esta tragedia. Conmocionados, apilados y enviados alimentos, medicamentos, juguetes, ropa, material de limpieza y otros enseres con destino: entregar luz entre tanta oscuridad. Seamos sinceros, estamos viendo actos de absoluta camaradería, pero también episodios deplorables, injustificados, por no decir rastreros, que deberían replantearnos como sociedad nuestro devenir. No a la ley del más fuerte o la de la selva, no somos animales, aunque últimamente pienso que no nos diferenciamos demasiado de aquellos que tienen pico, plumas, alas y branquias. No iba tan mal encaminado George Orwell cuando hizo esta comparativa. Parte de la culpa de estas actuaciones la tienen las redes sociales y los medios de comunicación. ¡Jode reconocerlo cuando te dedicas a ello! Los bulos, las fake news y la desinformación campan a sus anchas como un virus que infecta y eclipsa “Yo soy Valencia”. Como borregos compartimos y publicamos información o manifestaciones sin saber quién está detrás, cayendo sin remedio en la boca del lobo. Como leones que deseamos la corona de la audiencia, damos voz a polillas con olor a naftalina y alcanfor, que afirman que “esto se solucionaría, si fuera una democracia con F”. ¡Grillos como Pepito necesitan más de uno y no tantas chicharras! Gorilas, como los de ‘2001: Una odisea del espacio’, que golpean y rompen coches. Cerdos que se tiran al barro para hacer creíble su falso relato. Hienas y buitres que se inventan fallecidos en aparcamientos para sacar rédito. Pavos reales que se pavonean y solo mueven un dedo para postear “he estado aquí”, poner un emoticono de un corazón roto y ganar seguidores a costa de la tristeza. Postureo que da asco como aquellas mariposas que señalan que “Zara ha hecho más que nuestros impuestos”. ¡Pues hija, si tienes una enfermedad, ponte una chaqueta vaquera y a ver si te cura tu última compra y like! No quiero ser oveja en esta granja mediática sino perro o pastor, como el saber popular de mi abuela me lo rememora.
Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, Pinterest, Snapchat o TikTok, todos ellos, tras haber desarrollado herramientas como el “me gusta”, la monetización o las recomendaciones, se vieron inmiscuidos en un dilema ético: ¿Cómo ganar dinero fácilmente? La propagación de bulos, una moneda en la que los medios aumentan su rédito, mientras los seguidores se intoxican de noticias "de pedazos de mierda", como tuiteó Óscar Puentes. En otras palabras, si el mundo arde, te darán o te venderán la gasolina y el mechero a cambio de no alcanzar nunca números rojos. Si para ello hay que engañar, el pulso no les temblará. Cosas de economía y falsos ideales. Hashtag #noestoyencontradeellas sino de su mal uso para captar nuevos públicos: los adolescentes. Si la mayoría de los mayores se tragan falacias sin contrastarlas, estos que son más vulnerables se quedarán con la mentira en vez de la verdad. No todo es oro lo que reluce sino bronce o estaño por muchos documentales y libros de influencers te digan lo contrario. Abro un pequeño thread. Hoy en día, los creadores de contenidos se han convertido en referentes para los niños y aunque muchos influyen bien, otros perjudican, afirmando que “es mejor tributar en Andorra que en España”. ¡Menos lobos Caperucita! ¡Menos campañas solidarias y más arrimar el hombro de verdad! Se pasa de que “Pablo quiere una tarta de cumpleaños” a fomentar discursos racistas, homófobos y sexistas. Y ante esta realidad, ¿qué se puede hacer para que los jóvenes entiendan el peligro de las redes sociales? Muy sencillo. La compañía LaJoven te propone una solución: ‘Rebelión en la red’. Dentro de su programación teatral 24-25, este musical hackeado de Marta Aran, basado en el clásico ‘Rebelión en la granja’, de George Orwell, se podrá disfrutar hasta el martes 19 de noviembre, en el Teatro Fígaro de Madrid. El próximo año hará gira por España. Una versión reflexiva, atrevida, futurista, eléctrica, urbana, llena de grandes dosis de humor y de canciones pegadizas, compuestas por Alberto Granados Reguilón y tocadas en riguroso directo. Una hora y quince minutos de música y diversión garantizadas, que se pasan en menos de lo que dura un reel. Sin ninguna duda, ¡un espectáculo para postear, retuitear y compartir! 👍
“¡Ay, la generación de cristal!”, como critican y rectifican años después literatos en su sillón T. ¡El ser cuñado para las bodas y las cenas de Navidad, por favor! Los jóvenes se han volcado con Valencia, limpiando, recogiendo y repartiendo comida y ayudando en todo lo que podían y más por muy “poco preparados que estén para la llegada del iceberg del Titanic”. La sociedad piensa que son tontos, despreocupados y que viven solo para su móvil cuando la realidad es distinta, como se ha podido comprobar. Autobuses de adolescentes que toman conciencia y tienden su mano al desconocido. Proyectos educativos como LaJoven tienen mucho que ver con esto. Hace unas semanas, os comentaba que una de las labores de la compañía era fomentar entre los alumnos de Secundaria la emoción y la pasión por el teatro, pero también es “romperlos”, metafóricamente hablando, para que reflexionen acerca de los problemas que los rodean. Como decía George Orwell, “existen dos clases de épocas: aquellas antes de la Granja de los Animales, y aquellas después de la Granja de los Animales”. Hay un antes y un después de ver ‘Rebelión en la red’. De esas funciones, que no sabes el porqué, pero que te cambian la vida al instante. Es un show que dejará poso a los pequeños y a los mayores por los temas que trata como el respeto, la tolerancia, la libertad de expresión, la privacidad, la falsedad, la desinformación o los bulos en forma de imágenes creadas por Inteligencia Artificial. Todo en torno a las redes sociales, un mundo peligrosamente bello, que causa ansiedad, depresión, campañas de odio y bullying. La obra de Marta Aran, bien adaptada y ejecutada, ya que la novela en la que se basa es difícil de acercar, es una guía de buenas prácticas y recomendaciones. En efecto, por muy utopía (“¡Ojalá sean más friendly y haya más control y reglas para frenar aquellos que insultan tras perfiles falsos!”) y distopía (“a las compañías no les interesa cambiar su modelo de negocio”) que estén a nuestro alcance, se puede aprender una primera lección: ser tal y como somos, sin filtros ni máscaras.
“Perspicaz, inteligente, clásica, divertida, reflexiva”, así se autodefine ‘Rebelión en la red’. Un musical que me ha fascinado y me ha hecho reír un montón. A pesar de que el teatro no es muy grande y sin necesidad de mucha escenografía, esta producción no necesita grandes cambios de escenas para que el espectador se meta de lleno en ella. Todo gracias a las canciones originales, que van de lo rockero, a lo urbano, a lo electrónico y a lo popero, compuestas por Alberto Granados Reguilón y tocadas en directo por él y Emma Weil, y a la interpretación del elenco. No los conocía, pero Flavia Forni, Joselu López, Luis Maesso y Paula Mori me han sorprendido gratamente. En efecto, los intérpretes ponen sobre el escenario, tal y como señalaba el escritor de ‘1984’, “las revoluciones empiezan en la mente de un hombre”. En definitiva, un espectáculo que os dejará con la boca abierta y en la que el público aprenderá qué es importante ser uno mismo, dentro y fuera de las redes sociales, pero sobre todo siendo tolerantes y respetuosos con el resto. Sin filtros ni máscaras pero con entradas para disfrutar de este show en el Fígaro hasta el próximo martes 19 de noviembre. Si no podéis asistir, ¡estad atentos a su gira por España! ¡Os aseguro que os gustará! ¡Primera lección cumplida! ¡Próxima parada: ‘Un monstruo viene a verme’!
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