Con motivo de su 50 aniversario, se podrá disfrutar de este espectáculo, durante diez únicas semanas, hasta principios de noviembre, en el Teatro Apolo de Madrid
Silencio en los pasillos. Los reos están escribiendo. Las tizas repiquetean en la pizarra en morse. Las taquillas, guardianas de secretos y tesoros, permanecen inmóviles a la espera de una cuenta atrás. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Suena la sirena. ¡Uuuuh, uuuuh! El patíbulo se llena de bullicio y sonidos. Los prisioneros se convierten en alumnos, las bandejas en bocadillos y los grilletes en mochilas cargadas de deberes. El recreo, la hora de tomar el sol en la prisión hasta volver a recorrer ese corredor de la muerte de exámenes y presentaciones. Seamos sinceros, ¿qué levante la mano a quién le gustaba ir al “insti”? ¿Hay algún chivato en el grupo? A pesar de esto, entre barrotes y paredes que se caían a cachos, hemos vivido los mejores y también peores momentos de nuestra vida: aquellos maravillosos (locos) años de instituto. Troy o Gabriella, T-Birds o Pink Ladies, chicas malas o inadaptados, populares o divinas, quarterbacks o los de teatro, más conocidos como Glee, una selva de fauna diversa donde se sobrevivía de acuerdo a Darwin. Animales grandes y pequeños, seguidores de una máxima, como diría Vince Fontaine, “no importa si ganas o pierdes sino lo que haces con tus zapatos de baile”. Si nuestras deportivas hablarán, ¿qué historias contarían de nuestra juventud? Nos hemos enamorado quinientas veces, nos han roto el corazón quinientas veces y una más, hemos reído y llorado a partes iguales, incluso a la vez, hemos sufrido, nos hemos levantado y quitado el polvo de la ropa, hemos luchado por nuestro sueños, aprendiendo que para alcanzarlos hay que dar todo de nosotros, pero sobre todo hemos conocido a nuestros mosqueteros, a esos amigos con los que cantarías ‘We go together!’ a todo pulmón y a los que estabas deseando ver en septiembre para cotillear sobre tus 'Summer Nights'. Llevamos un mes de este nuevo curso, ¿cuántas cicatrices y recuerdos está dejando en el alma?
Carreras de coches ilegales, bandas enfrentadas, chaquetas de cuero, flequillos voluminosos y cardados, romances de verano, un instituto lleno de estudiantes con las hormonas revolucionadas y mucha grasa y gomina son los ingredientes de esta producción teatral que cumplió 50 años en 2021, en Chicago. Una efeméride, que da igual el tiempo que ha pasado que siempre es bueno celebrarla porque es “automática, sistemática e hidromática”. Durante diez únicas semanas, ‘Grease, El Musical’ regresa a nuestras vidas. Uno de los espectáculos más icónicos y premiados de la historia, sigue siendo un fenómeno de la cultura popular. Con canciones inolvidables y personajes que han acompañado a varias generaciones, ¿quién no ha soñado alguna vez con ser Danny Zuko y Sandy Olsson?, este show, tras una exitosa gira por España, hace parada, con limitación temporal, hasta principios de noviembre, en el Teatro Apolo de Madrid. ¿Te lo vas a perder? Producida por SOM Produce y dirigida y adaptada por David Serrano, este clásico de Broadway, que hay que disfrutarlo al menos una vez, es una auténtica fiesta de graduación, una prom americana sin ninguna duda. Sin ponche pero con mucho brilli brilli, un atrevido baile de fin de curso, en el buen sentido, brillante, vibrante, electrizante, loco, divertido, nostálgico, lleno de emociones y sueños de unos jóvenes intérpretes, que vienen pisando fuerte el acelerador. ¿Si te digo ‘Grease Lightnin’’ e inmediatamente te has puesto a bailar? o ¿solo quieres ver a Adrián Lastra con alas? Entonces, ¡esta es tu función! Casi dos horas y media de humor y diversión garantizadas, que se pasan en un Frosty Palace. ¡Agarraos el tupé en el asiento porque saldréis corriendo a la velocidad del relámpago!
“¡SOM Produce ha tirado la casa por la ventana en la celebración de este 50 aniversario!” Es el titular que os vendrá a la cabeza cuando veáis lo que tiene montado en el Teatro Apolo. El hall de esta emblemática localización de la capital se convierte en una realista pista de baile gracias al cuidado y al cariño que ha puesto la compañía en esta producción. Nada más entrar os aseguro que os darán ganas de bailar ‘Hound Dog’ o ‘Rock N’ Roll is here to stay’. O sino tiempo al tiempo. Con movimientos de brazos y cadera, he de confesar que soy muy fan de la película en la que se basa y que tuve la suerte de hacer un bolo como actor en una actuación en mi instituto. Tras la función, me dicen “¿quieres subir al escenario?”, sin pensarlo estoy ahí. ¡Qué bonito es soñar con los ojos abiertos! Es un espectáculo que me ha maravillado, me ha hecho reír un montón y recordar aquellos años entre bambalinas. Todo debido a su música en directo, su vestuario, pero sobre todo su escenografía. Desde un autocine hasta una hamburguesería, con hamburguesas incluidas, este show realiza un gran despliegue visual para que el espectador viaje, sin despegarse de su butaca. Escenas llenas de luz, color y sonidos, bajo la atenta mirada de Adrián Lastra. Conocía sus trabajos en la televisión, pero no en las tablas. Su actuación me sorprendió gratamente porque es un gran maestro de ceremonias, un auténtico showman que rompe la cuarta pared sin despeinarse. Es un ofiuco y el público sus serpientes, ya que su voz te engatusa y te encandila, llevándote a dónde él quiere. ‘Beauty School Dropout’ es genial y son risas aseguradas por su talento innato.
Aplausos y ovaciones se escucharon en el teatro con las interpretaciones de ‘Sandy’ y ‘Hopelessly Devoted To You’. Las versiones en español de estas canciones son un deleite gracias a que sus intérpretes clavan a sus personajes: Quique Niza, la chulería de Danny Zuko y Mia Lardner, la inocencia de Sandy Olsson. Una pareja que os enamorará al igual que el resto del reparto. Nos los conocía, pero ¡hay que estar muy atentos a estas promesas de los musicales!. La sensualidad de Isabel Pera, el liderazgo de Marc Ribalta, el corazoncito de Sónia Vallverdú, la cabeza por las nubes de Laura Miguel, el pasotismo de Pau Gimeno, la glotonería de Paula Domínguez, el buenismo de Rocío Serrato o el frikismo de Christian Velert, por poner algunos ejemplos, revolucionan a los asistentes con actuaciones rock and rolleras, que nos recordarán que la juventud también tiene arte. ¿Dónde está Doody? Se me olvida a la estrella, Miguel Millán y su humor. Lo siento, siempre he tenido predilección por este T-Birds porque fue al que interpreté en el instituto. Durante toda la función, me quedé embobado viéndolo y eso es por el talento de este actor, que es para lanzar el peine al aire. En definitiva, el elenco pone el escenario patas arriba, haciendo que el público se levante a cantar, bailar y vibrar al ritmo de Elvis Presley.
“Efervescente, enérgica, atrevida, glamurosa, reluciente”, así se autodefine ‘Grease, El Musical’. Una fiesta de fin de curso que os dejará las piernas temblando y el corazón a mil por horas. Mover el esqueleto por este espectáculo, durante diez únicas semanas, e id a verlo al Teatro Apolo en Madrid. Hasta principios de noviembre. ¡Os aseguro que tras salir de este sitio pediréis que se quede más tiempo en cartelera! ¡Recordad!: que ‘Grease is the word’.
Comments