Siempre rondan este tipo de películas de cara al inicio del verano. Ese tipo de películas desenfadadas y abiertas a cualquier público. Este año le ha tocado a Sin Malos Rollos, la última película protagonizada por Jennifer Lawrence. La actriz brilla en la nueva comedia del verano dirigida por el mismo tipo que nos trajo Chicos Malos, Gene Stupnitsky.
Estamos ante una clásica comedia inapropiada y descontrolada, pero no ante una película vacía o meramente hecha para “echarse unas risas”. Sin Malos Rollos tiene muchas cosas que decir sobre la vida; no aferrarse al pasado, arriesgarse un poco más o dejar el móvil a un lado… Hay cosas muy buenas, cosas más duras y cosas que no había esperado ver. Sin Malos Rollos va más allá de ser una simple comedia, superando mucho mis expectativas, incluso en el apartado del humor: irreverente e inteligente al mismo tiempo.
Sobrepasando límites, vistos y no vistos
Lawrence es Maddie, una mujer que está a punto de perder su casa. Cuando ve el anuncio de trabajo de unos padres ricos buscando cita para su hijo, no se lo piensa dos veces: acepta salir con Percy (Andrew Feldman), un chaval de 19 años. A partir de aquí, empieza un desarrollo ya visto tropecientas veces: una red de mentiras entre personajes que van haciéndose amigos y cada vez les cuesta más seguir con el engaño.
La película es predecible. Cada punto de giro ya se ha visto. El posible desenlace se ve venir desde el primer momento. ¿Dónde está lo “no visto”? Es a través de una incesante ristra de escenas donde Sin Malos Rollos se investiga a sí misma, encontrando sus limites del humor y momentos más tiernos.
Hay momentos realmente incómodos. Entre tanta risa, no hay que olvidarse que, al final, esto es una comedia sexual. Y Stupnitsky lo deja bastante claro. Empiezo a dudar de si Jennifer Lawrence dice más veces la palabra “fuck” que aquellas 506 veces que lo hacen en El lobo de Wall Street. Probablemente no. Pero ya me entendéis.
Sin Malos Rollos no es una comedia inocente con un par de escenas mencionando la palabra “sexo”. Es una comedia irreverente, divertidísima, a ratos incómoda y sobrepasando límites cómicos de los que no se avergüenza. Parece complicado pensar que podamos tomar en serio esos mensajes más profundos, cuando los personajes se sinceran sobre sus problemas y hablan de ellos abiertamente. Pero sí, estos momentos de parón dramático funcionan. Nos dejan conocer mejor los personajes de Lawrence y Feldman, entendiendo mejor la comedia detrás del problema. Se juega la etiqueta de “feel-good-movie”.
Lo mejor de la película no es la comedia
Tenemos a una Jennifer Lawrence descontrolada. Para mí, una buena decisión. Dar rienda suelta a alguien que explota las escenas de carcajadas – ya sea por el diálogo, expresiones o acciones – es una forma de beneficiar una película que podría haber sido más plana. Y Lawrence es un espectáculo tras otro. Su naturalidad por la comedia refuerza de forma constante Sin Malos Rollos. En cada escena, mínimo una sonrisa saca.
La química con Feldman es otro punto a favor. A pesar de la diferencia de edad, su relación nunca parece forzada (a pesar del detalle de que narrativamente sí lo sea) y tiene un desarrollo de lo más cómico a la par que profundo.
Lo mejor del personaje de Lawrence es que no está hecho para gustar al público. Por lo menos, no de primeras. Es irresponsable, inmaduro y basto. Es cuando tiene que ir detrás de Feldman cuando tiene que actuar como ese adulto responsable (o intentarlo) pero sin dejar de ser como es y decir lo que tiene que decir a Percy: vive la vida como quieras y encara tus problemas como un adulto. Hay algo de bueno y malo en esto, algo que el propio personaje irá descubriendo.
Sin Malos Rollos no es “la sorpresa del verano” o “una gran comedia”. Tampoco es una decepción o insoportable. Se trata de una película que funciona muy bien por su cast y propuesta.
No deja ser inapropiada, a ratos incómoda, pero siempre sincera con aquello que cuenta. Si encima cuenta con una Jennifer Lawrence sin filtros y desproporcionalmente estelar en pantalla, es una apuesta segura para una tarde de verano cuando no entra una de esas películas de tres horas que rondan los cines últimamente. Mañana ya estará disponible en salas.
- Anabel Estrella
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