Netflix inaugura el 2024 con una espectacular adaptación de esta historia real que deslumbra a nivel técnico y emociona por su autenticidad narrativa.
Netflix inaugura el 2024 con una espectacular adaptación de esta historia real que deslumbra a nivel técnico y emociona por su autenticidad narrativa. Los acontecimientos que se retratan en la última película de J.A. Bayona son bien conocidos a nivel general: un avión que volaba desde Uruguay a Chile se estrelló en la cordillera de los Andes y 16 de sus pasajeros -la mayoría con poco más de 20 años- lograron sobrevivir más de 70 días atrapados en la nieve.
Al tratarse de una de las historias de supervivencia más improbables de la modernidad, ha sido objeto de varios libros y documentales, e incluso tuvo su adaptación hollywoodense con ¡Viven! (1993) protagonizada por Ethan Hawke y narrada por John Malkovich. Sin embargo, La Sociedad de la Nieve (2023) está lejos de ser un producto redundante, más bien es un claro ejemplo de cómo emplear todas las armas del cine para inmortalizar una historia real con audacia, pero también mucho respeto.
La película podría justificar su existencia frente a ¡Viven! con el simple argumento de que 30 años de avances tecnológicos pueden recrear la epopeya de los andes de forma más fidedigna y sin tantas complicaciones. Y esto es una rotunda verdad: notoriamente en secuencias magistrales como el choque del avión y el alud; pero de forma más sutil en el reemplazo de todos los fondos por su contraparte real en la verdadera cordillera de los andes. La combinación de estos elementos junto al trabajo de sonido y el uso de la luz natural, hacen que el espectador realmente se sienta allí mismo en el valle de las lágrimas.
Es que Bayona y su equipo no se han quedado cómodos en un set con aire acondicionado. La producción de La Sociedad de la Nieve tuvo lugar en varias locaciones reales, y aunque lógicamente no filmaron en medio de la cordillera, sí lo hicieron en Sierra Nevada donde el frío fue muy real.
De esto saca gran provecho la cinematografía de Pedro Luque, que pone tanto énfasis en mostrar el inmenso paisaje como en acercarse a las gélidas caras de los intérpretes. Luque logra ponernos en el lugar de los sobrevivientes con secuencias que van de lo inmenso a lo claustrofóbico, con un uso de la luz natural y cinematografía documental que vuelve muy real todo lo retratado.
A nivel narrativo es donde la cinta puede hallar alguna debilidad, con ciertos momentos donde se pisa el acelarador para llegar al final de la odisea. Bayona ha sido abierto sobre el proceso de creación de la película, revelando que tras 120 días de rodaje tuvo que enfrentar la ardua tarea de buscar la historia final en el cuarto de edición.
A esto se suma el desafío de tener para desarrollar: 16 sobrevivientes, 29 muertos y 72 días en la cordillera. Encapsular todo en un relato que haga justicia a la realidad, se desarrolle de forma entretenida como historia, y no se alargue durante horas, era una tarea imposible.
Y así con todo, la película logra transmitir la esencia de lo que sucedió en la montaña así como tratar los temas de fe, moral y culpa con gran delicadeza. Además, hay un gran acierto en la elección de su protagonista que brinda una nueva e inesperada dimensión al relato.
La Sociedad de la Nieve es en definitiva una película que podría haberse sostenido exclusivamente de su impactante historia real, pero que por el contrario, entiende que esa historia merece todo lo que el cine pueda darle. Es así que a través de un increíble trabajo técnico, una visión clara de parte del director, y un trabajo actoral a la altura de las circunstancias, logra hacerle justicia a los pasajeros del vuelo 571.
Inspirados en el milagro de Los Andes, Bayona y compañía logran su propio milagro cinematográfico en una adaptación que impacta, indaga y conmueve por igual.
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