Andrzej Szwan, todavía está esperando que pase algo más en su vida. Podríamos decir que es una de las personas que más ha vivido de este mundo. La drag queen más anciana de Europa, de toda Europa. Conocida como Lulla La Polaca.
Y sí 82 años no son tantos si los comparamos con los ancianos centenarios de Okinawa, por ejemplo; pero si los vives con la intensidad que refleja el documental de HBO Max de cómo los ha vivido el protagonista, para el resto de mortales ya no se nos quedaría tan cortos. Es hedonista, se divierte, bebe y sale de fiesta muy de seguido. Siempre celebrando, siempre con orgullo.
Bogna Kowalczyk, directora de este documental, ha encarado esta historia desde una de simpleza que no necesita más que el día a día de una persona lejos de convencionalismos. Sabes que quedan implícitos cientos de cosas que simplemente por contexto sabes que ha podido vivir Andrzej, tanto como de Andrzej como de Lulla.
Cuando encuentras a gente que después de tantos años puedan defender sus ideales y derechos, pasen por lo que pasen, causa admiración y acaban siendo referentes para los demás. Lo dicho, no es cosa de lo que se hace gala en el documental pero inevitablemente te viene a la cabeza. O que por personas como estás el orgullo se sigue llamando orgullo.
Más allá de eso, lo que realmente muestra el documental es un simple reflejo del paso del tiempo y la soledad. Ese placer de vivir sin ataduras pero que te aleja del compromiso, y esa falta de compromiso te crea inseguridad, y buscas en las webs de citas perfiles con el filtro de quedar activado, quedar y nada más.
Compartir una vida, o los años queden de ella. Cómo Andrzej intenta dejar todo atado para el día que se vaya, ese féretro de tacón con plataforma y los pendientes a juego y la fiesta que espera que hagan sus allegados.
Pero mientras, solo le queda seguir celebrando, porque, por suerte, cada uno vive como quiere.
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