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Foto del escritorCon C de Cultura

Bel Canto: La última función

Paul Weitz (“American Pie”, “Grandma”) dirige una adaptación de la novela homónima de Ann Patchett, que tiene como base el secuestro masivo en la residencia del embajador japonés en Lima en 1996. En la crisis real, miembros de la organización terrorista peruana Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron como rehenes a cientos de diplomáticos, oficiales del gobierno, militares de alto rango y empresarios que asistían a una celebración con ocasión del 63º aniversario del nacimiento del Emperador de Japón Akihito, organizada en la residencia oficial del embajador japonés.

La historia de la novela es distinta. La reunión se organiza por parte de un gobierno latinoamericano (no se nombra explicitamente el país donde sucede), para convencer a un rico empresario japonés de construir una fábrica en la zona. Para ello, la fiesta cuenta con un concierto privado de la soprano Roxane Coss, la cantante de ópera favorita del empresario. Los rebeldes asaltan el edificio pensando en encontrar allí al presidente del gobierno, el cual no asiste finalmente. Ante este contratiempo, deciden improvisar.

La película se divide en tres partes claramente diferenciadas. En la primera sucede el secuestro, con la presentación de los personajes, y los primeros momentos de tensión. Cuando los secuestradores deciden liberar a parte de los rehenes (todas las mujeres menos Roxane, los enfermos, ancianos y religiosos), empieza la mejor parte de la película. Y es que nos encontramos ante una historia donde los hechos nos importan poco, ya que no son realmente importantes si los comparamos con el gran atractivo de la película, la interacción entre los personajes.

El hecho de permanecer encerrados en el mismo sitio durante semanas hace que se creen lazos de amistad entre los secuestrados y los secuestradores. ¿Síndrome de Estocolmo? No, es algo más que eso. En la tercera y última parte de la cinta se aprecia que el miedo de los rehenes ha desaparecido completamente, aunque existe la incertidumbre de qué va a ocurrir si los rebeldes bajan la guardia. Se echa en falta una mayor fluidez entre las diferentes partes de la película.

También surgen dos historias de amor preciosas que, aunque sean predecibles, no las hace menos válidas. El amor puede con las diferencias culturales e idiomáticas.

Como el punto clave de la película son los personajes, era necesario contar con un gran reparto, algo que se consigue con creces. Los protagonistas, Ken Watanabe y Julianne Moore, están inmensos, pero con un reparto coral que incluye a Christopher Lambert, Sebastian Koch, Ryo Kase, Tenoch Huerta y María Mercedes Coroy, la película sube muchos puntos.

La banda sonora es espectacular, ya que la soprano Reneé Fleming presta su voz al personaje de Julianne Moore. Los aspectos técnicos cumplen pero no destacan.

En resumen, una película sobre las relaciones humanas en momentos de tensión y su evolución cuando la tensión se relaja. No la dejéis pasar.

Estreno en España: 22 de marzo.

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