Muerte en el Nilo dura dos
horas y siete minutos. Dato que no sorprende en estos tiempos que corren, porque
ya se está haciendo costumbre aceptar producciones de hasta tres horas de
duración. ¿Encontrar películas de hora y media? Eso sí es un reto. Las hay,
seguro. La cosa es toparse con ellas. Para cuando hay tanto metraje, hay
oportunidad de crear una gran historia, se puede pensar.
En el caso del nuevo misterio de Kenneth Branagh, adaptando
otra novela de Agatha Christie, esto ya depende de cómo se sepa organizar toda
la trama para construir esa gran historia. Hay muchos personajes, muchos planos
“situación”, muchos giros y mucho croma. Muerte en el Nilo vuelve con Hercule
Poirot (Kenneth Branagh) para resolver un nuevo asesinato que tiene lugar en
tierras (más bien aguas) egipcias.
El gran reparto a bordo del Karnak – el crucero ficticio
inspirado en un barco real conocido como el Steam Ship Sudan (o el SS Sudan)
construido en 1885 por la familia real egipcia, y que sigue navegando hoy en día – se reúne en Egipto para celebrar la boda de Armie Hammer y Gal Gadot. Algunos
nombres que dan vida a los desagradables amigos y familiares de la pareja son Letitia
Wright, Annette Bening, Ali Fazal, Sophie Okonedo y Tom Bateman.
La única no invitada a la fiesta es Emma Mackey, que se dedica
a acosar a Hammer y Gadot, su exnovio y ex mejor amiga, respectivamente. Un
asesinato tiene lugar, y entonces ella se convierte en principal sospechosa. Todos,
espectador y personajes, piensan que sus celos son suficiente motivo para matar
a la que en algún momento fue su mejor amiga.
De esas dos horas y siete minutos, la mitad de la película se
enfoca en hacer la construcción de los personajes; sus perfiles, motivos y
relaciones entre ellos. Incluso diría que esto se queda en segundo plano hasta
cierto punto del guion, puesto que Muerte en el Nilo necesita asegurar
que la historia tiene lugar en Egipto. Después de introducir, reintroducir y
volver a introducir el escenario, es cuando nos volcamos a ver a los personajes
haciendo cosas.
Conclusión unánime tanto de crítica como audiencia: falta ritmo
en el prólogo. Así como tijera. Es demasiado largo. Curiosamente, este defecto
da lugar a algo positivo en cómo avanza Muerte en el Nilo. Cuando por fin
hay asesinato, la película toma un ritmo estridente, embaucando a personajes,
espectador y al propio Poirot. Todos son sospechosos.
La atmósfera de tensión e intriga se mantiene hasta el final,
con alguna torpeza de por medio – sobre todo en la parte de los diálogos al
intentar rellenar misterio o conectar falsamente personajes para disuadir. La
forma en la que se presentan algunas subtramas no favorece a la atención de la
trama principal; además pueden a veces resultar mucho más interesantes que la propia
muerte de Gal Gadot. Me refiero al romance entre los personajes de Letitia Wright
y Tom Bateman. Algo que acaba formando parte de la película con cierta
importancia, pero que se queda en nada de cara al desenlace.
Si Muerte en el Nilo no llega a convertirse en una gran
historia es por la lentitud de intentar construirla. También porque no hay un
gran interés por la mayoría de los personajes, a pesar de haber tenido hora y
poco para generarla. Pero sí es una buena historia, que, aunque ya conozcamos,
cuando recorre el corazón del misterio, se convierte en un evento del que
queremos formar parte.
La dirección de Branagh sí genera la expectación que una buena
historia merece, acentuando la interpretación propia y la de sus compañeros
para encerrar en un espacio de tensión. El entretenimiento se hace viable y
hasta rápido, olvidando por un momento la débil introducción.
Hay detallismos para tirar abajo la película. Así cómo los hay
para traerla arriba. Muerte en el Nilo tiene una bonita imagen,
escenarios (sí, poco realistas) deslumbrantes y un oscuro misterio que se debe
disfrutar en una sala de cine. Las luces apagadas, una gran pantalla y la
sensación de estar dentro del Karnak que solo se puede conseguir sobre un espacio
que mezcle expertamente la banda sonora y los sonidos de la película.
Creo que esta opción de pantalla grande puede incluso aumentar
la calidad de disfrute. Yo, personalmente, me lo pasé bien con Muerte en el
Nilo. ¿La volvería a ver? Eso depende de la oferta de espacio con la que se
me presente la propuesta.
– – Anabel Estrella
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